“En el recreo se es lo que se quiere
ser y lo que se sueña ser;
En la escuela sólo se puede ser lo
que se permite ser.”
Tesis principales
El recreo
escolar es un lugar donde se reproducen las relaciones de poder, se restringen
las posibilidades de movimiento y se inhibe la motricidad.
El recreo
escolar es un escenario de vidas construidas, de expansión de libertades, de
expresión de humanidad desde la corporeidad/motricidad.
¿Por qué
indagar el recreo?: El recorrido por otras realidades escolares
Es indudable que en los últimos años las
pretensiones y los intereses de las investigaciones sociales y educativas, se
han movilizado hacia la comprensión de otras alternativas, otras realidades
posibles que se reconozcan en la naturaleza compleja y abierta del sujeto que
se educa. Es desde esta mirada reflexiva, crítica y propositiva de las
realidades, que el recreo escolar se ha ido instituyendo en la vida educativa y
social como espacio de aprendizaje y socialización. Al respecto, el Ministerio
de Educación Nacional2 (MEN, 2004, p. 11) considera al recreo escolar como
“espacios reales donde se aprenden y practican competencias para la convivencia,
el respeto y la defensa de los derechos humanos y el ejercicio de la
pluralidad”.
A pesar de que el recreo escolar cobra
fuerza, vida y reconocimiento desde lo institucional, desde lo instaurado
social y educativamente, son escasos los aportes y desarrollos teóricos y
sociales en este campo, pues, aun no hay una valoración plena y no se le ha
otorgado la relevancia que dicho escenario amerita en cuanto a su comprensión y
las posibilidades que desde allí pueden emerger de caras a la formación humana,
el desarrollo de sujetos por y para la sociedad y el aporte curricular y
extracurricular que germina en aquel escenario.
En la escuela, el recreo es asumido por los
actores desde el cuerpo, la mente y el alma, desde el espíritu que se encarna,
espíritu que vive y que siente, que sueña y que imagina a partir de su
corporeidad
3 otros
escenarios más de la institución, donde el escolar, libera las tensiones
generadas en el aula en posición de quietud, aprende otros saberes que circulan
en el mundo cotidiano, mundo mágico, construido y constructor de realidades
posibles que potencializan su quehacer en el “mundo escolarizado” y lo
trasciende en muchas ocasiones a otros contextos de su vida, socializa y se
encuentra con otros totalmente diferentes a él pero que en algún lugar de su
compleja naturaleza humana se vincula e integra a estos, se une y reconoce pese
a sus diferencias, sueña y deja volar su imaginación con la de otros y la de sí
mismo.
Al acceder a esos otros mundos de la vida
escolar, surge para las niñas y los niños el sueño de un recreo ideal a partir
de algunas indagaciones: ¿A qué te gustaría jugar durante el recreo?; ¿Cómo te
gustaría que fuera el recreo?; ¿Qué es lo que más te gusta de la escuela?,
desde estas indagaciones, el recreo se convierte en uno de los escenarios más
esperados e inesperados de la escuela, allí convergen distintas maneras de ser,
actuar y pensar que se cristalizan a través de la acción corpórea, acción que
implica un despliegue profundo y complejo del ser. A decir de Sergio y Toro
(2005), “el ser humano compromete todo su ser en cualquier acción que realice y
cada acción posee un carácter simbólico que surge de su subjetividad y de la
relación con otros”. Así, el niño que es invisibilizado en las otras realidades
de la escuela, en las otras vidas del mundo académico y escolarizado; en el
recreo como escenario de mutación y de transformación, plantea otras
posibilidades para vivenciar con su cuerpo, es decir, ingenia nuevas maneras de
hacer y de ser, que van más allá de un simple lugar de “descanso”, que
trasciende a un escenario de desarrollo de humanidad donde lleva a cabo las
imposibilidades que no puede vivir en el aula de clase u otros espacios
académicos.

El recreo escolar se convierte en la hora
más esperada por los niños y las niñas en las escuelas, como si, al sonar el
timbre, el patio que es una estructura inerte, vacía y deshabitada, fuera
tomando vida y sentido, fuera revivida por la presencia corporal de los
escolares, fuera habitada y permitiera la habitación y la vida en conjunta,
vida entre semejantes, entre iguales, en pocas palabras, una vida que permite
que ellos se constituyan como sujetos y constituyan al otro y lo otro del
patio.
Suena así el timbre y el recreo es una
realidad vivificada, una realidad autentica; pero, esa autenticidad parte y es
al mismo tiempo, una realidad imaginada, una realidad proyectada de y al mundo
de vida cotidiano en el mundo escolarizado. Ese timbre, esa campana que
anuncia, que permite, que valida socialmente la vida que emerge en la escuela,
es la que convoca las vidas posibles, es la que inspira las mutaciones de la
escuela, las mutaciones de los y las escolares, es la que abre las puertas a
los mundos socialmente construidos por los actores en las realidades sociales
de la escuela.
El recreo junto a la clase de educación
física, son los espacios y los momentos más alegres de la vida en la escuela
para los niños y niñas, esto manifestado en sus juegos/recreo, en sus
expresiones corporales y en sus imaginaciones puestas en escena. En este
sentido, el recreo escolar es un lugar en el que el acervo cultural, la carga
simbólica y los aprendizajes desescolarizados afloran, surgen y configuran
otras maneras de la formación humana, en donde esta formación según Zambrano
4 (2002)
debe
“Asegurar que el cerebro- y en los niños
casi siempre el cuerpo – se halle estimulado y activo. Esto, a su vez, motiva y
reta al participante, tanto a dominar los que es familiar, como a responder a
lo no familiar en términos de obtención de información, conocimiento, destrezas
y comprensión”.
Otra perspectiva pedagógica que sustenta
las vidas posibles en la escuela desde el recreo, es planteada por Pavía et al
(2007: 27), quien sugiere que
“en la escala de lo cotidiano, hablar del
juego popular es hablar de ciertos intereses compartidos, de un sentido social
aprendido, de historias vividas en común que a veces tienen que ver con lo
normativo institucional y otras con lo esperado colectivo”
Es en ese lugar cotidiano donde convergen
distintos tipos de conocimiento y diferentes formas de saber, siendo central,
el saber popular, el conocimiento público, construido socialmente por todos los
actores.
En las realidades sociales del juego/recreo,
al preguntarles a los escolares sobre su recreo anhelado, sobre sus sueños para
un mejor recreo, “el más vacano”, algunos sugieren, traer implementos de sus
casas, otros lo que desean es mayor libertad para jugar y otros expresarse como
son y cómo pueden ser. Estas son utopías, ideales, sueños tal vez alcanzables
que pareciesen inalcanzables:
Que durara todo el día y que pudiéramos
traer juguetes de la casa como bicicletas y muñecas. EFAC
Que fuera por ahí de dos horas y que uno
pudiera hacer lo que quiera. ELD
Una cosa libre que nos pudieran dejar
correr y desestresarnos, que no nos griten tanto y que las profesoras si uno
les pregunta que fueran calmadas. EA
Muchas de estas respuestas de los escolares
indican el anhelo de libertad y reconocimiento que piden, que reclaman los
niños y las niñas para que los docentes los visibilicen mínimamente en un
contexto diferente al aula, en el cual, ellos son “autónomos, libres, son ellos
mismos” y desarrollan sus capacidades y posibilidades motricias, afectivas,
sociales y culturales. En este sentido, Velázquez
5 en su
documento “una aproximación al mapa disciplinar de la pedagogía” retoma a
(Carr, 1966) para quien la educación desde los filósofos griegos “está
íntimamente relacionada con la promoción de la libertad humana mediante el
desarrollo de las capacidades innatas de los individuos para pensar por sí
mismos; deliberar, juzgar y escoger sobre la base de sus propias reflexiones
racionales”.

La perspectiva de educación desde los
filósofos griegos aporta el entender el recreo escolar como fuente de libertad,
de desarrollo y de formación; tradicionalmente sólo se ha visto y asumido como
un lugar donde el docente descansa del estudiante y viceversa, pero no se ha
reconocido como un lugar constructor de vivencias significativas y profundas,
un lugar donde se pone en escena lo fantasioso, lo mágico, lo “irreal”, lo
imaginado, donde el escolar entrama, construye y reconstruye sus identidades
individuales y colectivas, lo cual equivale a entender la complejidad y
plasticidad del ser humano que se transforma en y desde la acción corpórea.
Por otro lado, Ordoñez (2004) plantea la
necesidad de la interacción social en la construcción de aprendizajes,
aprendizajes que son particulares pero que no se aíslan de la relación con el
otro, en este sentido afirma que es
“individual y produce resultados visibles
en desempeños individuales, pero el proceso ocurre naturalmente y se estimula
en la interacción con otros y en la producción en colaboración con otros. Los
demás son parte importantísima del medio en que se desenvuelve quien aprende y,
por ende, de su aprendizaje permanente”.
Si el recreo, como escenario de reunión,
conversación, encuentro y desencuentro con los otros, es tratado por la escuela
y se comprende y se le da sentido tal como lo referencia Ordoñez desde la
interacción como principal elemento socializador, podría posibilitar de forma
espontanea, lúdica e intencionada, la construcción de aprendizajes, no sólo
instrumentales y reproducidos, sino, elaborados, exteriorizados y construidos
desde el sujeto mismo, sin la preponderancia de los adultos quienes reprimen en
muchas ocasiones los deseos y sueños de los escolares.
Desde otra perspectiva, Morín
6 (1999: 21)
al referirse sobre la enseñanza de la condición humana sostiene que
“La educación del futuro deberá ser una
enseñanza primera y universal centrada en la condición humana. Estamos en la
era planetaria; una aventura común se apodera de los humanos donde quiera que
estén. Estos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo,
reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano”
Apostarle a la condición humana y a su
proyecto de formación, es reconocer que la humanidad debe trazar propuestas en
común, debe tomar en serio al otro y co- existir con este desde lo que se es y
lo que se puede llegar a ser, debe considerar la diversidad cultural y
particular para crecer como seres humanos, debe incentivar la búsqueda de la
felicidad mediada por el cumplimiento de metas personales y socialmente
compartidas. En este sentido, el recreo es otro lugar de la escuela, otro
escenario, otro sitio socialmente construido, pactado para el descanso, el
reabastecimiento de energía no sólo física u orgánica, sino, social, emocional,
espiritual, racional; pero sigue “oculto” para el sistema y para los adultos
que lo rigen, ya que también, debería ser tenido en cuenta como apertura de
humanidad y reconocimiento de lo que allí generan los niños y niñas, como lugar
de formación de humanos para la humanidad.
Al mencionar este proyecto de humanidad,
tal vez se puede soñar o pensar como utopías, fantasías o realidades
imposibles; pero, sentir, pensar, hablar y vivir la utopía, es trascender por
sueños anhelados, por otras realidades mágicas que no necesariamente están en
otros mundos. Al considerar a Savater (2007) quien retoma a Tomás Moro, cuando
se refiere a que la “Utopía es cómo serían las cosas si…”, muchos escolares,
imaginan como seria el recreo si, proyectan como fuera la vida en la escuela si
ellos tuvieran participación y fueran tenidos en cuenta.

En esta dirección el profesor Botero
entrevistado por el profesor Jaramillo L, G, aborda una diferencia categórica
entre el ser utópico y el ser utopista. “Para el primero (ser utópico) el sueño
se queda en sueño y no logra plasmarse en lo concreto, no aterriza, es un sueño
de imposibles; el segundo es aquel que hace del sueño una realidad”. En
concordancia, las utopías de los escolares de tener un recreo soñado, idealizado,
se convierte muchas veces en algo utópico, donde la elección y lo deseado por
los niños y niñas solo es un sueño, una realidad inalcanzable, imposible,
precisamente porque la escuela pocas veces los ha tenido en cuenta para
construir propuestas curriculares que permitan orientar su paso por ella de
manera incluyente y significativa para la vida de los aprendices; diferente
seria si la escuela, los adultos y la sociedad mirara al escolar no como un
adulto a menor escala, sino como, un ser en constante formación y
potencialización de sus facultades humanas, las cuales consideradas en un
contexto escolar haría más “productivos”
7 sus
estadías por esta socialización secundaria (Savater, ibíd.).
Una apuesta por otras lógicas de vida,
otras realidades vividas y soñadas en la institución llamada escuela, es una
apuesta por sus manifestaciones corporales, por sus expresiones motricias,
entre ellas el juego/recreo, considerado como la expresión, que además de ser
espontánea, es intencional y por tanto, posibilita que se exteriorice y se
exprese la corporeidad/motricidad. El juego/recreo se construye también desde
la intersubjetividad y permite las acciones de convivencia con las personas y
el medio en que se juega, es decir, permite un intercambio real en el mundo de
la vida cotidiana.
8
El juego entonces en el escenario del
recreo, es una imbricación que se teje a partir de una inmanencia del cuerpo en
el ser humano (Ponty 2000), un ejemplo de esto es ¿quién no recuerda una
experiencia de escuela positiva o negativa?, ¿quién no recuerda algo que haya
jugado y le haya generado sentido a su existencia en aquella época infantil? El
juego infantil es precisamente ese tránsito entre lo posible y lo imposible,
entre lo que puede ser y lo que está siendo, por esto, dice Flinchum que el
juego abastece al niño de libertad para liberar energía reprimida, fomenta las
habilidades interpersonales y le ayuda a encontrar un lugar en el mundo social.
Ese lugar, que parte de la intención del niño no solo expresa un componente
racional, sino que integra lo afectivo, lo corpóreo, lo cultural, lo
espiritual; todo lo que el escolar es y transfiere a su contexto expresando su
participación y construcción en las realidades socialmente construidas y
compartidas.
En síntesis, las instituciones educativas
pueden considerar el escenario del recreo escolar como otro espacio más de
formación en la vida escolar, otro escenario de vidas posibles y de posibles
vidas, de hecho, algunas instituciones educativas han tomado consciencia y han
reconocido la necesidad de integrar lo que pasa en el recreo, en el patio como
otros lugares de la vida infantil (muestra de ello son las fiestas, basares,
jean day, entre otros eventos culturales), esto no quiere decir que el recreo
debe ser intervenido o manipulado por los adultos, más bien, estudiado y
comprendido para luego transformar-se desde el acto educativo, es decir,
transferir, retomar y aplicar las situaciones y acontecimientos emergidos de él
(RECREO) para seguir llevando a cabo procesos de formación y construcción del
ser humano.
Los docentes de las distintas áreas del
conocimiento, deben escudriñar, auscultar lo que sucede en el recreo, en el
juego/recreo, y a partir de allí, mejorar sus prácticas pedagógicas, ya que en
este escenario surgen y se refuerzan aprendizajes vistos en clase, se favorecen
o desfavorecen valores, cualidades que hacen que un niño se comporte correcta o
incorrectamente beneficiando o perjudicando a su grupo social. En este sentido,
Locke (1986: 150) refiriéndose a los recreos, sugiere la necesidad de trabajar
corporalmente para promover la formación de sujetos morales y rectos “Si es
conveniente estimular la liberalidad, no lo es menos velar porque los niños no
quebranten las leyes de la justicia”.
El escolar reclama en su recreo ser
reconocido (Murcia et al, 2005), ser tenido en cuenta, ser visibilizado, ser
partícipe de lo que en la escuela se genera, tanto desde el juego/recreo como
en otros escenarios vivos y vividos en la institución escolar y específicamente
en su Recreo.
La educación debe trascender la sola mirada
tradicional y considerar los “contextos”, la vida cotidiana que muchas
ocasiones se pone en evidencia en el recreo, lo cual implica un acercamiento y
una comprensión por parte de los docentes para transferir, retomar lo que allí
sucede para seguir contribuyendo con el aprendizaje y la formación holística
del sujeto.
Las instituciones como reguladoras de lo
que sucede en la escuela y por ende en el recreo, deben incorporarlo en sus
políticas institucionales y en sus proyectos educativos institucionales (PEI),
promoviendo en el, un uso adecuado de libertades humanas en pro de la
construcción de humanidad y evitando que allí se generen hábitos y conductas
nocivas para el mismo proceso de formación.