sábado, 14 de mayo de 2016

la vocacion de un maestro


La educación, específicamente en el ámbito docente, parte de un principio fundamental que es “El Ser”, siendo esta una opción, una forma de vida, en resumidas cuentas, una forma de ser, no de ejercer.

El ejercer implica un costo, un “trabajo”; mientras si se realiza por convencimiento propio, es porque así lo he decidido, no hay presión económica, social, familiar, estatus, simplemente soy. Ahí radica el verdadero significado de un educador.

Actualmente, la vivencia y labor, de muchos educadores se fundamenta en el “Ni modo” o “Que me queda”.

El no acceder a otro trabajo o profesión y de “rebote” terminar como educador, es un tema que cotidianamente se escucha en muchas instituciones educativas.

Aunado a esto, están las presiones del sistema consumista y mercantil en el que se vive, lamentablemente algunos docentes reducen su labor a la cantidad de lecciones o número de grupos que se asuman. Se piensa: a mayor cantidad de lecciones “mejor” salario.

Surge una contradicción enorme, ya que la motivación de estos docentes es la llegada de la quincena y el aguinaldo de fin de año; se trabaja por el tener, no por el ser.

Si se pretende hacer valer la educación desde una profesión de gran valor y respeto, es necesario que cada educador realice las siguientes interrogantes: ¿por qué? y ¿para qué?” de la labor docente.

Debe conocer y revisar el fundamento filosófico que sustenta su camino y quehacer en la educación. En tanto se logre reconocer el camino por donde se transita, se podrá luchar por la propia liberación y por lo tanto, la de los estudiantes.

Desde la educación liberadora y popular, lo esencial es enseñar a los estudiantes a liberar sus mentes, a educar en la conciencia de la opresión, pero para tal fin, el primero que debe darse cuenta de tal situación es el educador, el cual no podría laborar solamente por un salario, número de lecciones o para el opresor.

Paulo Freire, en repetidas ocasiones, mencionó que la tarea del educador consiste en formar sujetos de conocimiento y acción, actores transformadores, constructores de nuevas realidades. Desde esta perspectiva, el educador no debe ser cómplice del sistema opresor - económico que tiene como único fin la adquisición de bienes materiales y la anulación del pensamiento crítico – reflexivo.


La verdadera revolución educativa comienza en la propia consciencia, el cambio y la trasformación personal deviene a la convicción y vocación docente.

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